domingo, 11 de noviembre de 2012

Algunos conceptos básicos sobre la Revolución industrial


Iniciamos esta unidad didáctica sobre la "Revolución Industrial" definiendo el objeto de nuestro estudio:

"Se denomina Revolución Industrial al proceso iniciado en el siglo XVIII en Inglaterra, por el cual la humanidad pasó de unas formas de vida tradicionales basadas en la agricultura, la ganadería y la producción artesanal, a otras fundamentadas en la producción industrial y la mecanización, Ello propició un acelerado proceso de urbanización que alteró profundamente las estructuras económicas, sociales, así como la mentalidad de los hombres."

Una vez definido el concepto de revolución industrial, observa el siguiente vídeo que nos aclara un poco más sobre lo que ocurrió en la Inglaterra de finales del siglo XVIII y que cambiará el curso de la Historia, con una relevancia similar a la que solemos atribuir a la Revolución Neolítica.

En las próximas entradas voy a proponeros algunos conceptos básicos, que os ayudarán a ir adquiriendo el vocabulario esencial sobre el tema. La Historia exige de una precisión conceptual que es necesario trabajar, pues toda ciencia requiere del uso de unos códigos de comunicación que estén en sintonía para que la comunicación sea posible.
La actividad consiste en realizar una síntesis de los términos siguientes, con una extensión no muy superior al concepto arriba expuesto, en la que usando tu propia forma de expresión, proponga unos conceptos nuevos que mantengan el rigor científico y el significado propio del término.

INDUSTRIALIZACIÓN Es el proceso a partir del cual las transformaciones económicas y tecnológicas rebasaron el límite de Gran Bretaña y se difundieron por el continente europeo, aunque este país mantuvo el liderazgo económico a lo largo de todo el siglo XIX. Así hacia 1850, Francia, Bélgica y algunas regiones alemanas, checas y austriacas, destacaban como países industrializados. Las áreas industriales eran principalmente regiones carboníferas y siderúrgicas (Lancashire, Yorkshire, norte de Francia y Bélgica, Ruhr), los grandes puertos del Atlántico y del Mar del Norte (Liverpool, Rótterdam, Hamburgo) y las capitales de estos estados (Londres, París, Berlin). Frente a esta Europa cada vez más industrializada, otra serie de estados iniciaran el proceso de forma más lenta y titubeante es el caso de Italia y Rusia, por ejemplo, impulsando la construcción de una red ferroviaria. Entre estos estados se pueden señalar también Irlanda, la mayor parte del imperio austro-húngaro, la zona oriental de los Estados alemanes y la Europa mediterránea, exceptuando algunas regiones como el norte de Italia o Cataluña. Entre los rasgos distintivos de esta industrialización de la Europa continental se señala el liderazgo de la industria de bienes de equipo (carbón y hierro y los sectores del ferrocarril y la navegación marítima cuyo proceso revolucionario se inicia hacia 1850) frente a la industria de bienes de consumo (textil algodonero); la integración banca-industria del continente es otra característica diferencial, especialmente en algunos estados como Alemania, Italia, la banca fue el principal impulsor de este proceso industrializador, frente al ahorro privada del caso británico. Por último, el papel del Estado es quizás la pauta más distintiva de la industrialización continental. Frente a la iniciativa privada británica, la transformación económica continental no se entiende sin la participación activa de los gobiernos en la dotación de recursos, la captación de inversiones exteriores o el establecimiento de políticas proteccionistas. El caso más evidente es el de la Rusia zarista, cuya industrialización fue un “asunto de Estado”, pero también tuvo importancia en los casos de Francia, Bélgica, Alemania y en el caso de los paises mediterráneos (Italia, España, Portugal), con la construcción de los tendidos ferroviarios o los focos principales de industria pesada.

PROTOINDUSTRIALIZACIÓN En los siglos XVII y XVIII en algunas regiones europeas era frecuente que las familias campesinas simultanearan el trabajo agrícola con la elaboración de productos textiles, que los comerciantes vendían en mercados lejanos. Para definir este hecho, observado por primera vez en Flandes (verlarger: comerciante-empresario). Tejedores e hiladores hacían uso de sus sencillos instrumentos de trabajo (ruecas, telares manuales), y hasta tres cuartas partes de las familias campesinas se ocupaban de esta producción manufacturera, que proporcionaba ingresos complementarios. Con este sistema se producía más, aumentaron los ingresos y, al mejorar la alimentación, también se incremento la población. Pronto se encontraron muchos más casos que mostraban que, a mediados del siglo XVIII y antes de la revolución industrial británica, había regiones en Centroeuropa, Gran Bretaña, Holanda y el Mediterráneo (norte de Italia, Cataluña, etc.), en las que se estaba difundiendo una industria rural dispersa, que producía no solo mercancías textiles para atender a la demanda local o de las villas y lugares cercanos, sino también excedentes destinados a mercados lejanos (véase domestic system, putting-out-system y factory system).

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Proceso que se inició en Gran Bretaña en las últimas décadas del siglo XVIII a través del cual el país pasa de unas estructuras económicas eminentemente agrarias a otras de predominio industrial. El término es poco riguroso, ya que los cambios no son exclusivamente industriales; la población, la agricultura, los transportes, la sociedad, las instituciones experimentan profundas alteraciones al mismo tiempo que la industria. Los historiadores, por su parte, han destacado la existencia de un periodo previo en el que se dan las condiciones que explican el inicio de dicho proceso, el cual denominan protoindustrialización. Será la industria textil algodonera el sector líder de la industrialización y la base de la acumulación de capital que abrirá paso, en una segunda fase, a la siderurgia y al ferrocarril. Entre las razones que se señalan para explicar el éxito británico se señalan tres: la revolución agrícola, el cambio tecnológico y el desarrollo del mercado interior y exterior; a lo que habría que unir un desarrollo político de una clase burguesa emprendedora. La revolución industrial británica se explica también porque fue la primera en el mundo. Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mundial, monopolizadora virtual de la industria, de la exportación de productos manufacturados y de la explotación comercial. La economía británica no tuvo competencia hasta bien avanzado el siglo XIX. La propia existencia de la revolución industrial en Gran Bretaña impidió que se produjera en otros espacios, con la misma rapidez y de la misma  forma (MATHIAS, Meter, “La industrialización británica:¿única o no?, Barcelona, 1981).

SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Entre 1870 y 1914 asistimos a una nueva etapa de crecimiento económico caracterizado por un extraordinario progreso científico y técnico, pero también la aparición de una nueva organización del trabajo y de nuevas fórmulas financieras y empresariales, que permitieron un espectacular desarrollo de la producción, del comercio y de los transportes. Nuevas formas de industrialización se difunden por los países más desarrollados y aparecen nuevas potencias industriales, como Estados Unidos, Alemania o Japón. Los sectores industriales se diversificaron, gracias a la aplicación de nuevas energías (petróleo, electricidad), materias primas (hierro, aluminio, cinc, niquel) y nuevos sectores industriales (metalurgia, industria química, eléctrica, electrónica, transporte, etc.). En esta etapa, la economía crece, adquiere una dimensión  internacional y se hace más competitiva. Las principales potencias industriales dominan el sistema capitalista mundial y extienden su control colonial e imperialista sobre todas las regiones de la Tierra. En el orden social se produce un desarrollo de movimiento obrero y un proceso de internacionalización de la lucha del proletariado en pos de una sociedad más justa y en la mejora de sus condiciones laborales y sociales.

SIDERURGIA Abraham Darby en 1709 utilizó por primera vez carbón mineral para fundir hierro utilizando carbón de coque, en vez del carbón vegetal que se utilizaba hasta ese momento. Otra innovación importante fue refundir el hierro obtenido en  unos hornos especiales llamados de reverbero, con lo que se eliminaba en esta segunda fundición, muchas impurezas y se conseguía un hierro competitivo. En 1776, John Wilkinson, sustituyó en un alto horno los fuelles hidráulicos por la máquina de vapor. En 1784, Henry Cort ideó la pudelación y laminación. El método de la pudelación permitía que ardiese el carbono y se obtuviese, por tanto, un hierro más puro, fuerte y maleable. Con la laminación, la fabricación de hierro se mecanizó. El acero, una aleación de hierro y niquel,  que había sido hasta 1850 casi un material semiprecioso toma el relevo al hierro en virtud de los nuevos descubrimientos. El convertidor Bessemer (1856) que obtiene acero a partir del arrabio (hierro con alto contenido de carbono). La siguiente mejora fue el horno regenerativo o reverbero de Siemmens-Martin (1864), que incrementó significativamente la productividad. El método Gilchrist-Thomas consiguió eliminar el fósforo, pudiendo explotar el hierro rico en fósforo en aquellos yacimientos que hasta ese momento no habían sido utilizados por la gran cantidad de vetas ricas en fósforo.

TEXTIL El desarrollo inicial de la mecanización se dio en la industria textil, particularmente en el sector de los tejidos de algodón. El tejido experimentó un gran avance con la primera invención, la lanzadera volante de John Kay (1733) que provocó un desequilibrio entre el hilado y el tejido lo que fomento el desarrollo de nuevas invenciones en el hilado. En 1764, James Hargreaves, un artesano tejedor, inventó la spinning jenny, una máquina de hilar manual que permitía que una sola personal, haciendo girar una volante, moviese a la vez varios husos en lugar de uno como en las viejas ruecas de hilar. En 1769, Richard Arkwright, barbero y artesano de pelucas de Lancashire, y más tarde dedicado al negocio de la hilatura, inventó la water-frame, una máquina que utilizaba ya la fuerza motriz del agua en lugar de la humana. Con esta máquina se producía una mayor cantidad de hilo y más rápidamente, abaratando costos. Hacia 1779, Edmund Crompton ideó la mule jenny que combinaba las características de la jenny y la water-frame. Esta nueva máquina producía un hilo más fino, resistente y de mayor calidad. En 1785 Edmond Cartwright fabricó el primer telar mecánico movido a vapor. En 1795 Jacquard fabricó el primer telar para elaborar tejidos de seda. Todos estos inventos se beneficiaron de la invención de la máquina de vapor por James Watt en 1769, aunque su introducción fue muy tardía, ya que en 1800 las máquinas de vapor sólo llegan a las 500 unidades, alcanzándose las 15.000 máquinas en 1830.